William Contraponto y la ética... Gabriel Luz

William Contraponto y la ética existencial del tránsito humano



Una lectura crítica del “Soneto del Camino Humano”


A. Hernán Lopez


La obra poética de William Contraponto se inscribe en una tradición contemporánea que articula poesía y reflexión filosófica sin reducir el texto literario a ilustración teórica. En el “Soneto del Camino Humano”, el autor recurre a la forma clásica del soneto para desarrollar una concepción existencial del sujeto basada en la impermanencia, la responsabilidad individual y la ausencia de fundamentos trascendentes.


El poema se abre con una afirmación de carácter ontológico: “Nacemos ya de paso, sin bandera”. El sujeto lírico aparece definido por la transitoriedad y la falta de una identidad esencial o destino previo. Esta formulación dialoga con la noción sartreana de que la existencia precede a la esencia (Sartre, 1946), situando al individuo como proyecto antes que como sustancia. La imagen del “polvo del tiempo” refuerza esta condición finita, cercana a la comprensión heideggeriana del Dasein como ser arrojado en el tiempo (Geworfenheit).


En los cuartetos, la vida se presenta como experiencia desprovista de promesas: “la vida no promete madrugada”. No hay teleología ni horizonte redentor. El verbo “andar” funciona como núcleo ético del poema, en consonancia con la idea de que el sentido no es dado, sino construido a través de la acción. Esta perspectiva se aproxima a la ética de la responsabilidad defendida por Camus, especialmente en El mito de Sísifo (1951), donde la lucidez frente al absurdo no conduce a la renuncia, sino a la persistencia.


El tratamiento del amor confirma esta poética de la resistencia. “Amar es resistir a la frontera / del miedo y la distancia reiterada” despoja al amor de cualquier dimensión salvífica, aproximándolo a una práctica concreta y frágil. La fe, en este contexto, aparece como una estructura provisional que se levanta y se quiebra ante la verdad. Tal concepción recuerda la crítica nietzscheana a los sistemas de creencias consoladoras, entendidos como respuestas que buscan anestesiar el conflicto inherente a la existencia.


Los tercetos introducen de forma explícita la negación de toda instancia trascendente que excuse al sujeto de su dolor o de sus decisiones: “No hay dios que nos excuse del dolor”. Esta afirmación no opera como gesto polémico, sino como posicionamiento ético. Al eliminar la posibilidad de absolución externa, el poema refuerza la noción de responsabilidad radical, en línea con el pensamiento existencialista. La sentencia “vivir es decidir sin salvación” sintetiza este núcleo conceptual, evocando tanto la libertad angustiante de Sartre como la conciencia trágica presente en Camus.


El cierre del soneto propone una relación con el abismo que evita tanto la evasión como el nihilismo. “Quien mira el abismo aprende su valor” remite indirectamente a Nietzsche, no como exaltación del vacío, sino como ejercicio de afirmación lúcida. La razón, en este marco, no antecede a la experiencia, sino que se construye a partir del paso incierto, lo que sitúa el sentido como resultado del enfrentamiento con la pregunta, no de su supresión.


En conclusión, el “Soneto del Camino Humano” confirma a William Contraponto como un poeta-filósofo cuya escritura se sitúa en la intersección entre poesía y existencialismo contemporáneo. Su obra no busca ofrecer respuestas definitivas ni consuelo metafísico, sino delinear una ética de la lucidez y de la responsabilidad en un mundo sin garantías. Desde esta perspectiva, Contraponto contribuye a una poética que concibe la literatura como espacio privilegiado de reflexão crítica sobre la condición humana.


Referencias


* CAMUS, Albert. El mito de Sísifo. Madrid: Alianza, 1951.
* HEIDEGGER, Martin. Ser y tiempo. Madrid: Trotta, 2003.
* NIETZSCHE, Friedrich. Más allá del bien y del mal. Madrid: Alianza, 1997.
* SARTRE, Jean-Paul. El existencialismo es un humanismo. Buenos Aires: Losada, 1946.