El patito feo


Naiana Carvalho
Naiana Carvalho
Educadora y especialista en Psicopedagogía

Érase una vez una pata que estaba a punto de ser mamá. Puso cinco huevos y esperó ansiosa el día en que los huevos eclosionaran para poder conocer por fin a sus preciosos patitos.

Cuando llegó el gran día, los huevos de mamá pato empezaron a eclosionar uno tras otro. Muy contenta, mamá pato dio la bienvenida a sus nuevos patitos. Pero aún faltaba un huevo sin eclosionar, tardaba más que el resto y la mamá pato empezó a preocuparse.

Finalmente, la cáscara del último huevo se abrió y, para sorpresa de mamá pato, salió un patito muy diferente a los demás.

— ¡Este patito tan feo no puede ser mío!, dijo mamá pato.
— Alguien debe de estar gastándote una broma, dijo una vecina.

Pasaron las semanas y, a medida que los patitos crecían, el patito feo se iba diferenciando cada vez más de sus hermanos.

Cansado de escuchar críticas y comentarios desagradables por parte de sus hermanos y de todos los demás animales de la granja, el patito feo decidió marcharse.

Incluso fuera de la granja, no dejaron al patito en paz, ya que sus hermanos lo persiguieron por todo el lago gritando:

— ¡Eres el pato más feo que hemos visto nunca!

Y allá donde iba, todos los animales que encontraba se metían con él.

— ¿Qué voy a hacer? ¿Dónde voy a ir? - exclamó el patito feo, que estaba muy triste.

Con la llegada del invierno, el patito, cansado y muy hambriento, encontró una casa y pensó:

— ¡Quizá aquí encuentre a alguien que me quiera! Y así fue.

El patito pasó el invierno en una cálida casa en compañía de otros animales que sí lo querían. Todo habría ido bien si no hubiera llegado la primavera y, con ella, un gato malvado, que engañó a los dueños de la casa para que echaran al patito.

— Otra vez más estoy solo e infeliz, suspiró el patito feo.

Así, el patito siguió su camino y, al llegar a un gran estanque, se refugió entre la maleza y permaneció allí varios días.

Un día, muy temprano, el patito feo se despertó al oír voces de niños.

— ¡Mirad, un recién llegado!, gritó uno de los niños. Todos los demás niños gritaron de alegría.

— ¡Es tan bonito! Dijo otro.

— ¿Bonito? ¿De quién estarán hablando? - pensó el patito feo.

De repente, el patito feo vio que todos le miraban y, al ver su reflejo en el agua, vio un cisne grande y elegante.

— ¡Oh! Exclamó el patito sorprendido.

Los niños y los demás cisnes admiraron su belleza y le saludaron alegremente. Al final, no era un patito feo, sino un joven y hermoso cisne.

A partir de ese día, el patito feo ya no se sintió triste porque se dio cuenta de que en realidad era un elegante cisne.

El patito feo

Moraleja del cuento e interpretación

La historia trata de las diferencias y de lo importante que es respetar a todo el mundo. Cuando nació, todo el mundo juzgó al patito por su aspecto, lo ridiculizaron y lo trataron como a un bicho raro hasta el punto de ser rechazado por su propia familia.

Sin embargo, cuando se marcha, conoce a otros miembros de su especie; y se da cuenta de que en realidad es un cisne. Cuando los demás cisnes se dan cuenta de su llegada, todos comentan su belleza.

El cuento transmite una importante lección de autoestima: lo que a unos les parece feo, a otros les parece hermoso, pero lo más importante es querernos a nosotros mismos.

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Naiana Carvalho
Naiana Carvalho
Graduada en Pedagogía desde 2011 y especialista en Psicopedagogía por la Universidad Estatal de Ceará, trabaja en la creación de guiones para películas institucionales y publicitarias desde hace más de diez años.