Las calaveritas literarias son versos breves y jocosos que juegan con la idea de la muerte de forma humorística y creativa, una tradición popular en la cultura mexicana. A través de ejemplos divertidos y con rima, estas composiciones permiten reflexionar con ligereza sobre el tema, mostrando que la muerte también puede ser motivo de sonrisa y celebración.
La muerte quiso bailar
en un concurso local,
pero el DJ, sin piedad,
puso salsa... ¡y se fue a llorar!
La flaca entró a la cantina,
pidió pulque y un mezcal,
salió bailando en la esquina
con un charro muy formal.
Mi compa estaba en su bici
cuando vio una silueta flaca,
pensó que era un policía…
¡pero era la calaca!
Le dijo: “No te me asustes,
vengo solo por tus dulces".
En dibujo la catrina
hizo un autorretrato,
pero nadie lo entendía…
¡le salió puro garabato!
Una niña preguntó
si la muerte usaba crocs,
ella seria contestó:
“¡Yo prefiero mis huaraches, mi amor!”
El gato vio a la calaca,
y maulló con gran furor,
“¡Si me llevas, flaca flaca,
al menos dame un ratón!
La Catrina fue al mercado,
quería chile y tortilla,
pero al ver tanto enchilado,
salió huyendo la calilla.
En el recreo la flaca
jugaba con la pelota,
pero un niño con gran puntería
le dio justo en la cocota.
Una niña en matemáticas
sumaba con gran destreza,
la flaca sacó la cuenta:
“¡Llevo mil en mi tristeza!
La muerte fue a la escuela,
con lápiz y con cuaderno,
pero al ver tanta tarea,
dijo: “¡Esto es puro infierno!
El profe estaba en su clase
dando un tema complicado,
la muerte alzó la mano:
“¡Ya me tienes enterrado!
La flaca se fue al circo
queriendo ser malabarista,
lanzó tres huesos al aire…
¡y perdió la vista!
En la piñata la flaca
quería dulces sin parar,
pegó tan fuerte al cartón…
¡que voló hasta el bazar!
La muerte quiso estudiar,
ser doctora o astronauta,
pero al ver tanto apuntar…
mejor se volvió pirata.
Con parche y con un loro,
la flaca gritó: “¡Tesoro!”
A mi amigo Pancho un día
la muerte vino a buscar,
él dormía tan tranquilo
que ni la pudo espantar.
Le ofreció un cafecito,
¡y la flaca se fue a charlar!
La flaca fue a una boda,
vestida de gala y flor,
y al ver tanto amor de moda
dijo: “Mejor me voy, qué horror.
La muerte fue al súper sola,
con su lista en el carrito,
pero al ver tanta oferta
¡se olvidó del quesito!
Terminó con puros dulces…
y un hueso de jamoncito.
Un niño le dio un dibujo
a la Catrina burlona,
y ella, con un gran empuje, le dijo:
“¡Te ganaste una dona!
La muerte quiso pintar
con pinceles y acuarelas,
pero no tenía dedos…
¡y se manchó las caderas!
Un niño gritó: “¡Fantasma!”
cuando vio a la calavera,
pero era solo su hermana
jugando con la manguera.
La muerte fue a patinar
con casco y todo el estilo,
pero al intentar frenar…
rodó hasta caer al río.
Salió mojada y sin dientes,
gritando: “¡Qué mala suerte, gente!
La flaca fue al dentista
porque le dolía un molar,
pero al abrir la boca…
¡no había nada que arreglar!
El doctor muy confundido
le dio un chicle derretido.
Juan se arreglaba en el espejo,
iba tarde al festival,
cuando la muerte en su reflejo
le guiñó de forma informal.
“¡No me asustes tan temprano!”,
le gritó con el cepillo en la mano.
La muerte a Toño llamó
mientras jugaba al balón,
pero él le tiró un pase
y gritó con emoción:
“¡Vente al equipo, flaquita!”
y ella fue… ¡la portera invicta!
Por aquí pasó la muerte,
¡pero se tropezó!
Cayó en un charco de lodo,
y se embarró.
Marta se tomó un selfie
con su filtro de unicornio,
y la muerte muy alegre
salió detrás en el fondo.
“¡Uy, borrón inmediato!”,
dijo al verla en el retrato.
La calaca en el transporte
se subió sin pagar,
el chofer le dijo fuerte:
“¡Aquí todos deben pagar!”
Le dio su hueso de cambio…
¡y se fue sin rechistar!
En la fila del mercado
una señora gritó:
“¡Ese señor se coló!”
y era la muerte apurada
con frijoles en la mirada.
Martita en dibujo hacía un mural,
con sol, mar, nubes y coral,
la muerte añadió una calaverita,
que quedó genial en la paleta bonita.
Todos aplaudieron su obra creativa,
la flaca saludó… ¡y fue emotiva!
La muerte no es enemiga,
sino parte del camino,
con amigos a mi lado,
la afronto con destino.
La flaca quería comer,
un helado de limón,
pero se le derritió,
y hizo una gran confusión.
La huesuda se asustó,
con un perro muy chiquito,
y salió corriendo rápido,
como en un patinito.
La muerte quería correr,
pero olvidó sus zapatos,
corrió con los pies descalzos,
y saltó sobre los gatos.
Por aquí pasó la muerte,
con su frío y su lamento,
ninguno se escapa de ella,
es dueña del tiempo.
En el bar brindamos juntos,
sin temer a lo mortal,
pues la muerte es solo un paso,
que llega puntual.
Y aunque la huesuda venga,
con su manto y su sombrero,
la amistad es un faro,
que alumbra hasta el infierno.
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